Muchas de las dolencias de espalda en realidad vienen desarrollándose por adquirir vicios posturales que nos generarán con el tiempo un dolor. Es que, en general, vamos por la vida sin prestar verdadera atención a nuestra postura, y hacemos malos esfuerzos que a futuro traerán dolores que bien podrían haber sido prevenidos.
Si hablamos de causas que ocasionan el dolor de espalda, hay que tener en cuenta que la edad puede ser un condicionante. El paso del tiempo deteriora la elasticidad, tornándonos cada día más rígidos y llevándonos a perder movilidad.
El sobrepeso es un factor sumamente destructivo para la columna y las articulaciones en general. Así, por ejemplo, tener sobrepeso suele llevar a quien lo padece –en su intento por revertir la situación– a hacer actividad física, lo que hace que no tarden en aparecer los dolores en tobillos, rodillas, columna, etc. Pensemos que la actividad aeróbica de caminar es buena, pero una estructura ósea con exceso de peso no está preparada para soportarla.
Existe, por otro lado, un factor hereditario, es decir, alteraciones de nuestra estructura que en muchos casos son congénitas, de nacimiento, y otras que se adquieren porque tenemos una estructura con una predisposición a sufrir. Por ejemplo, si tenemos una personalidad explosiva, estaremos predispuestos a estar más tensionados; si tenemos una columna con algún problema en su estructura, nos va a generar dolores a veces hasta sin haber realizado ningún esfuerzo.
Por otro lado, el sedentarismo es otro gran culpable de los dolores de espalda. Las actividades laborales y hogareñas cada día más nos obligan a movernos menos; esto, sumado a la alimentación de baja calidad, rápida, etc., nos arruina lentamente. Revertir esta situación es fundamental para mejorear la calidad de vida.
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